Un Lugar Para Encontrar Nuevas Oportunidades

En la Fundación Derecho a Nacer me han pedido un escrito respecto al rol de la psicología en la defensa de la vida. Tal vez encuentren alguna utilidad en estas ideas.

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Dos curiosidades podemos mencionar de la psicología, para comenzar esta amena, espero, exposición. Es un ciencia joven (alrededor de 150 años) en comparación con cuerpos de conocimiento milenarios como la física; además, tiene diferentes formar de análisis, que han dado lugar a varias escuelas de pensamiento y de acción para ayudar al ser humano. La segunda curiosidad es que los debates respecto al objeto de estudio, metodología de investigación e intervención, no parecen cesar y han dado lugar a marcadas diferencias que en este momento se ven como permanentes.

Desde esta ventana de opinión, propongo un elemento en común que puede y debe unirnos a los psicólogos sin importar si somos sistémicos, conductuales o humanistas: la defensa de la vida humana por nacer. Nunca como hoy, el bebé en formación ha sido tan amenazado por una sociedad que pretende mirar con indiferencia al no nacido y lo utiliza como instrumento de campañas políticas o arengas feminoides que lo único que buscan en poner a la mujer a luchar consigo misma y contra su maternidad.

El psicólogo busca estudiar el comportamiento humano para ayudarle a la persona a relacionarse mejor consigo mismo y con los demás. Sobra decir que ambas tareas serán exitosas, si van de la mano de la ayuda de Dios. Pues bien, los estudios que se han realizado sobre el síndrome postaborto, denuncian, gritan, el profundo dolor que una mujer, pero también los hombres, padecen cuando consentidamente matan a su hijo en formación. ¿Es que falta alguna razón adicional para mostrar que el aborto destruye la mas pura esencia de la mujer al impedirle ser madre? ¿Falta algo mas para tener claro que el aborto destruye en el hombre su naturaleza varonil de enfrentar y vencer las dificultades?

De otra parte, en la sociedad misma, se pueden ver las consecuencias de ser indolentes con este crimen de lesa humanidad: de manera pública se acepta que la pastilla del día después es abortiva y no pasa nada. Las señoritas a partir de los 14 años pueden tomar decisiones sobre su cuerpo que pueden convertirse en francos abortos; las mujeres van por su vida, con dolores que no parecen tener fin ya que han convertido sus vientres en ataúdes; cientos de hombres también se acuestan todos los días con un vacío en su corazón ante la certeza de saberse cobardes por no haber custodiado la vida de sus hijos por nacer. ¿No es esto romper las relaciones de una persona con su entorno? ¿No se desgarra así el tejido social para que todos podamos desarrollar nuestros planes de vida e intentar ser felices de esa manera?

Pues bien, en el dolor callado y acallado de la mujer que abortó y en la erosión de ese tejido social, el psicólogo tiene mucho que decir y mucho por ayudar. Proponemos aquí tres acciones.

  1. Una preventiva, que permita con un lenguaje claro pero cercano a los jóvenes y a las familias, mostrar con claridad meridiana que el aborto es la carnicería de un ser inerme, que el dolor que se causará esa mujer no se borrará fácilmente, y que aún superando ese dolor (gracias a la Misericordia de Dios y a la terapia), el hecho quedará ahí: se habrá asesinado a su bebé en su propio vientre.
  2. Una curativa, si trágicamente ya se ha perpetrado el aborto: la mujer que ha pasado por ese dolor innombrable, necesita volver a conectarse con su esencia que es la de ser ministra de la vida, para poder superar esa tristeza y así evitar que vuelva a pasar por esa desgracia.
  3. Un apoyo a las familias y a la sociedad entera en cuanto a que mientras mas concientes seamos todos de la dignidad que tenemos como hijos de Dios y como seres humanos, mientras mas sana sea nuestra autoestima, mas probable será que construyamos relaciones basadas verdaderamente en el amor, con lo cual la cultura de la muerte no tendrá cabida en nuestros corazones.

 

Colegas: les invito a liderar desde sus oficinas, colegios o consultorios una cruzada que ayude a que cada uno se reconcilie consigo mismo y con la sociedad para no seguir siendo testigos del dolor de una vida que se apaga en medio del sollozo de la mujer que se practica un aborto.

 

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