Durante siglos, la infancia, pero sobre todo la juventud, se ha visto como un tiempo de esperanza. En cuanto a los muchachos, la corta edad, sumada a la salud esperable en ese momento de la vida, así como un volcán de energía para iniciar nuevos proyectos, son un inmejorable caldo de cultivo para esperar cosas buenas de ellos. Sin embargo, los tiempos que vivimos, no parecen invitar mucho a esperar cosas grandes de los jóvenes. Antes de criticarlos, conviene que los adultos reflexionemos sobre el mundo que hemos construido para ellos. En el presente artículo, enumeramos algunas de las causas que pueden estar ocasionando un sentimiento de desesperanza hacia esta bella etapa de la vida.
Un “paraíso” de hedonismo, en donde el placer pretende desbordarse acallando la responsabilidad y la disciplina. Es una realidad de la naturaleza humana, que hay un espacio significativo en nuestro ser, que busca el placer. Si bien, el placer lo puso Dios en el ser humano, la existencia del pecado ocasiona que las personas lleguen a comportarse equivocadamente por disfrutar esas sensaciones; el alcohol y el sexo, son dos buenos y tristes ejemplos al respecto.
De otra parte, hemos desconectado la causa y el efecto, la acción y su consecuencia, el acto y la voluntad y por lo tanto los muchachos están creciendo con poca claridad en cuanto a sus responsabilidades.
Así mismo, buscamos lo fácil. Las redes sociales que tanto bien nos hacen para evangelizar y conectarnos al mundo, como lo han dicho los dos últimos Papas, parecen seducirnos con la idea de que 144 caracteres o una foto, son suficientes para decir verdades profundas que anhela y necesita el corazón humano. En consecuencia, nuestros muchachos miran con desdén obras hermosas del intelecto humano como la Literatura o la música que implique algo mas que un “son sonete” sensual.
También los hemos empeñado en ocultar a Dios, pretendiendo explicar el funcionamiento de Su creación con leyes científicas, que siendo ciertas algunas, resultan insuficientes para explicar por qué existimos. Producto de esa reverencia a la ciencia, aveces acomodaticia por dádivas económicas que reciben laboratorios, aveces ingenua y motivada en una rebeldía caprichosa de la criatura (el científico) con Su creador, el modelo de ciencia (de conocimiento del mundo) que reciben nuestros jóvenes en las aulas de colegio y universitarias, los pone a pelear con sus creencias, y como vivimos una era en la que el conocimiento “da status”, esperar en Dios, es algo premoderno que denota una profunda ignorancia acompañada de una ingenuidad inconcebible en medio de tanto adelanto tecnológico.
Mientras los adultos no reflexionemos en el mundo que le estamos entregando a nuestros hijos, ellos no tendrán herramientas para enfrentar la adversidad y para encontrar razones no solo para sonreír, sino también para buscar una verdadera Esperanza que los jalone a ser mejores dando lo mejor de sí mismos. Un buen comienzo para esta difícil tarea, está en estos dos sencillos pasos: que nos duela la pérdida de sus sueños y sus metas, así como de sus propias vidas en ocasiones; y que nos pongamos en movimiento con acciones concretas para cambiar el mundo.
Ese será el tema de nuestro próximo artículo.
Hola les saluda claudia que EL SEÑOR LES BENDIGA gracias por tan motivadores mensajes que han sido de gran bendicion para mi vida y mi familia que EL SEÑOR siga derramando sabiduria para que puedan seguir ayudando a muchas familias necesitadas de DIOS hasta pronto…